Para muchos estudiosos e historiadores de arte, La última cena de Leonardo está considerada la mejor obra pictórica del mundo. Mide unos cuatro por ocho metros y está pintado sobre una gruesa capa de temple al huevo sobre yeso seco. Debajo de la capa principal de pintura subyace un esquemático bosquejo compositivo, esbozado en un color rojizo, de una manera que anticipa su habitual uso de cartones como herramienta preparatoria.
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